lunes, 5 de enero de 2009

Murió con las botas puestas (o la Concertación me pagaba la putita)

La cochina o sucia o asquerosa política trató de guardar la honra de su difunto que murió en el acto mismo, en el espasmo calentón con su chongo de carne enquistado en las carnes de una prostituta de nombre Carola, en la habitación de un motel básico –de esos sin jacuzzi, pero con cama king y alguna flor de plástico como adorno- y al hombre le decían Chuchoca, un cangrejo fino o langostino, y era algo así como una suerte de seremi o representante de una gueeá gubernamental que abunda en provincia con sueldo alto, con sueldo de sobra para culiar putitas, como diría el Canciller 1, y se jactaba por ello. La Concertación me paga las cachas. Gracias a mi, la plata de Chile llega a los sectores más vulnerables. Con mi plata ese mujer que se prostituye le compre leche a sus hijos, ven: es una cadena alimenticia. El placer es nuestro camaradas demócratas cristianos y la plata de los ricos, para los pobres de Chile. Somos el nexo.
A Chuchoca de tanta altruista chuchoca sudada de pelvis quedó de repente como una momia, duro, sin aliento, con los ojos blancos y la baba estilando por la barba mal cuidada, la puta experta en orgasmos, pensó que el hombre era epiléptico y no estaba tan errada la mujer, pero cuando trató de desengancharse del muerto entendió que el acto iba para más y por eso lo primero fue revisar los bolsillos del occiso, después la billetera, y después detrás de los pantalones. Encontró tarjetas de créditos y uno que otro billete, ninguno de gran valor, pero algo es algo. Luego llamó a los pacos y dio aviso en el motel. Ella, curtida por la vida, esperó sin problemas y explicó que lo de su cliente fue un ataque cardiaco provocado por una cacha, una buena cacha. Los pacos rieron. No había indicios de drogas, dijo ella. La ratis también le creyeron, pero fueron más tramitadores. El doc del médico legal confirmó: muerte por paro cardiaco en medio del acto. La Cuarta, el diario popular, picó como cavinza: iquiqueño murió con las botas puestas.
La fotografía de un reportero gráfico captó el momento justo cuando sacaron el cuerpo de la habitación rosada del motel. Rosada. La prueba de que al hombre le gustaba el gueveo a pesar de su familia, a pesar de los camaradas, a pesar de Don Pato Aylwin. El hombre debía pesar 70 kilos, según el doctor, pero andaba por los 140 kilos y le seguía dando al pebre, a las prietas Llanquihue con papas cocidas y al shopito helado. Tenía buen apetito Chuchoca. Antes los camaradas de partido habían declarado que el seremi murió en su casa, o en el patio, o en la esquina. Había muerto como un hombre intachable. Mentira. Los políticos son cínicos. Los politiquillos que ocupan puesto pequeños en provincia son peor. Son todos macacos, humanos después de todo, como usted o como yo. Putean y a veces, le pegan a la vieja. Macacos. Si bien los camaradas se taparon los ojos con el actuar de Chuchoca, la familia del hombre lo lloró en todo momento.
Antes que llegar la puta a cobrarle a su familia sobre los servicios prestados, esto decían sus camaradas en el funeral: fue un buen esposo, buen padre, amante de la familia, gran camarada que lucho para el regreso de la democración, amigo de los amigos...

QEPD, cangrejo Chuchoca.

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