miércoles, 27 de febrero de 2008

El Madonna 1

(actual puerta del Madonna, donde me sacaron la chucha)
Pedimos dos ron Habana con Coca Cola, los primeros del Happy Hour, y dale con el recuerdo. La peruana, mesera, es rápida. El ron en todo caso, parece Mitjans, la gueaa pa mala, con sabor a azúcar quemada. Estábamos en el Tuttix, una casa adaptada a pub, en playa Brava, frente a una corrida de autos, el paseo y unos gueones chupando y la playa detrás. Es febrero. Un culito envuelto en unos pantalones platinados arregla la vista. La gueona rica. Dan ganas de tirar. Otra gueoncita con pantalones platinados y mierda, estamos frente al team de una de esas bebidas energéticas que toman los cuiquitos que bailan electrónica. No tengo nada con la electrónica ni con los cuiquitos ni con los maracos. Simplemente, no es mi onda.
El canciller, mi socio putero en esta ciudad putera, me recuerda cuando me sacaron la chucha, la mierda, afuera del Madonna. Más bien en la puerta del Madonna. Casi muero como Jacko Pastorius, el jazzista que murió después de una sacada de chucha afuera de un puterío. Casi, casi. Fue mi primera sacada de chucha. La segunda sacada de chucha la contaré más adelante, si sobrevivo a este blog. Tengo una cicatriz sobre la ceja, de todo eso. Simplemente historias, experimentaciones y nada más. No me arrepiento porque me gusta el gueeo. Un gueón dijo que había que escribir con la piel, yo escribo con el pico, jejeje, y con quaker, puack, puack, puack...
Madonna: topleess buena onda ubicado en unos centros comerciales entre las calles Playa Yape esquina Los Molles –en Iquique-. Buena onda porque uno pagaba un copetito o dos, nada más, en ese tiempo se tomaba piscola, y métele atracando con la minita, con besitos, cariñitos y gueaitas en las tetitas, mijita. Las niñitas le gustaba jugar con la tula, para arriba y para abajo, para los lados y para allá. Con el copetito la tula aguantaba harto. Al tercer copetito la minita se te subía encima y dale que dale. También te la chupaba si eras cariñoso, claro.
Luego te las llevabas a tu pieza, casa o departamente, y le seguías dando y sin cobrar un peso. Había amor en todo eso, romanticismo y gueaaas. No eran los tiempos todavía de las putas que publican por el diario. El diario cagó todo. No. Fueron los últimos días de las putas nobles, las putas buenas o las putas de baja autoestima que con un cariño te lo chupaban y tragaban todo.
Ahí estabamos con el canciller 1 y el canciller 2, ambos viejitos cacheros. Yo era más joven. Había como 10 años de diferencia, si importa tener diez años de diferencia, claro. Fue mi primer amor con las putas, un amor sano pues incluso iba sin copete, nada. Puro amor. Pura buena onda y nada de alita de moscas ¿Cómo pudo haber cambiado todo en menos de cinco años? Hoy el Maddonna, el gran y generoso caguín donde casi me matan por amor a las putas, está abandonado.
Traígame otro happy peruanita rica, y le sigo contado.
-Esta peruanita debe venir de los laberintos de Tacna.
-¿Has ido a los laberintos?
- No, cuenta ¿Cómo son los laberintos?.

2 comentarios:

Mónica dijo...

Hola buen relato, pase a visitarte.

Bsss.

No-Cover dijo...

Bienvenida al club gonzo literata amiga!
Esperamos con ansias sus narraciones.-

Atte. Gral. Lee