viernes, 7 de marzo de 2008

El Madonna 2


Es mi segundo Habana con Coca Cola que se escurre como agua por el cogote. El dueño del local o concesionario tiene pinta de John Wayne después de un baño de ácido. Es peruano como la mesera y varios rostros de por acá. Me gustan las peruanas. Son más entregadas o como que te quieren más. Le ponen más color para las cachitas. He tenido buen sexo con ella. Ahí chilenito, te gusta chilenito, te gusta... No son peruanas normales, claro, son putas, pero buenas putas. En el último tiempo sólo me relaciono con PUTAS, nadas más. No quiero más tampoco, ni busco más. Hay una cuestión de honestidad en todo esto, es decir: te pago para que te cache, y después me cuentas tu vida. A veces –porque en esta cuestión todo es relativo- uno gasta menos plata en putas, que en invitar a una mina a comer y después al tercer copete rogarla para que suelte la planta y esas gueaas como: oye mijita vamos a un motel, vamos. Y te dicen las muy gueonas: estas muy curado. Maracas culias. Las putas te reciben y al toque le metes el zancudo. El problema es que hay muchas putas culias de aquellas que te miran con asco el zancudo o que ni siquiera le puedes chupar la concha. Lo peor es cuando en la planta se echan crema lubricante, como si te hicieran un favor las gueones. Encuentor más honestas las zorras como lijas. Esas chuchesumadres que se vayan a la chucha.
Un puta buena se trata bien, se quiere y se presenta de esta manera: ¡¡Esta es mi dama!!. Gran presentación aquella. Fue del Canciller 2, en una noche donde yo llegaba con el Canciller 1, al Madonna. Era una día de la semana cualquiera e íbamos a tomar un copetito, como de costumbre, y a ver si se podía agarrar una tetita, un tetita rica de una negrita que me agarraba de nombre Eliza y que después me la llevaba a culiar al Jote Pérez, y la tonta se hundía en el palo. Rica la negrita, le metía toda la guaca por el culo. Y ahí estaba el Canciller como un pololo cualquiera mete atraque y mete manos, con su dama. Todo un clásico.
Esa vez fuimos a puro saludar con el Canciller, pues no teníamos mucha plata y no era fin de mes. Saludamos al dueño –que tenía cara de actor porno- y nos fuimos, mientras Eliza estaba mete atraque con el gueón de un taxi. Después yo volvería en busca de Eliza, claro, pero no con el canciller, sino que con el Petrolero, que era bueno para las grescas como el solo. Es claro que estuve a punto de morir por el amor a una puta.


Patty no cree que estoy en Antofagasta. Anoche me mandó un mensaje, jajaja.

3 comentarios:

La Gran Arcada dijo...

los cancilleres y el petrolero, tremendos personajes, escarbaré más para cachar de que coño trata todo esto

me huele a lucha en el lodo

Piquillo dijo...

leo leo y parece todo un sub-mundo de un verdadero hijo de La Tierra de Campeones !

:)

pablo dittborn dijo...

chicos, visiten mi blog cultural