lunes, 16 de junio de 2008

Negra de culo duro como melón calameño


Bajé por la escalera después de tirarme a la negra que tenía los ojos blancos como huevo duro y el culo duro como melón. En los 30 segundos de trayecto vi pasar a dos tipos. Todos con 15 lucas en el bolsillo por la media hora.

El primero subía con la cabeza gacha, como yo, hace media hora, cuando después de tomar como siempre (ron, vodka, cerveza) en una celebración que no viene al caso nombrar me dieron ganar de ponerlo en este puterío de ebrios, porque si no estás borracho le encuentras detalles a todas las minas. El segundo de los tipos me puso una sonrisa de alambre, de duro, de jalado, y claro, yo me acordé del diler de mierda, el mismo de siempre, que cada vez está más cagado con la gueaa aunque ya se quién lo provee, por lo menos tengo el teléfono. Al gueón le dije que eligiera a la negra, a la ecuatoriana. El gueón se río como hiena y yo cerré la puerta de metal del puterío ubicado al lado del Chifa, donde frien el arrollado primavera bajo las cachas.

La negra: Estaba cansada, como caballo después de correr varias vueltas en el hipódromo. La hizo corta: Tetas duras y algo húmedas después de una remojada rápida. Dos veces revise el condón. Con Ecuador hay que tener cuidado. Anda mucha cochinada, insisto. Era una viernes de quincena y a la negra le habían dado como caja toda la noche. No estaba como para mordisquearle el bistec. Nada. Sólo meter el guarén hasta que la leche culia hinchara el condón. Sólo sentía su movimiento, como que ya estaba cansada de quejarse, de fingir orgasmos culiaos. Todo la noche dándole ¿Colombiana? No ¿Peruana? No queda otro opción que ecuatoriana. De Guayaquil, me contestó. Mi plátano reventó en su zorra y se terminó la media hora, que en realidad fueron de 15 minutos a 20 minutos. Al otro lado se escuchaba intercalado unos gemidos y el reggaetón: dale sin miedo hasta que se rompa el suelo, dale sin miedo hasta que se rompa el suelo.

La pieza del lado: Con la negra estaba en la pieza cinco que tiene un espejo en la pared y una decoración china en el techo. En la pieza cuatro que no tiene espejos se sentían los gemidos de dos minas y la voz de un gueón ¿Qué onda? La negra me dijo que el servicio lésbico o cuadros plásticos costaba 30 mil pesos la media hora y consistía que el gueón, o sea yo, me podía agarrar a dos minas al mismo tiempo.
Dos veces he estado con dos minas, dos putas. Las dos en Iquique. Nada especial. Mejor claro debe ser mirar a dos lesbianas y correrse la paja, supongo.



1 comentario:

La Gran Arcada dijo...

Chacalluta's Lover, llevo una vida intentando tirarme a dos chiquillas en la misma sesión y me dices que no hay nada especial en eso. No juegues con la ilusión

ojo con los condones baratos, es más seguro una bolsa de Lider, aunque suena mucho eso si