miércoles, 29 de septiembre de 2010

¡Conchitumariii, conchitumariii! (por el Canciller de Iquique)


La borrachera me despertó el apetito sexual y recurrí al periódico que informa, educa y entretiene. Páginas económicas nominación 1126: Putas o damas de compañía.
Estaba ultra caliente ese día y sólo quería darle por el chiquiturri a una hembra de esas. En mi mente me imaginaba ensartado con una negra de culo duro y firme o quizás, con alguna rubia de tetas crecidas y vagina tentadora.
Tras muchos llamados -luego de haber gastado como 3 lucas de la tarjeta telefónica recién adquirida para la ocasión- quedé de acuerdo con dos conejitas que prometían brindar el mejor de los placeres carnales que he conocido en mis "cuarenta y tantos" años de vida: el sexo anal.
La primera era una mujer de tes blanca que aseguraba ser de Punta Arenas. Buen forro, exageradas caredas, pero no muy convincente de cara y las 25 lucas que cobraba hizo remecer mi alicaída billetera. Su poco decorado departamento vio mi rostro por última vez cerca de las 13 horas, ya que tentado por un contacto realizado anteriormente, me dirigí a Latorre con Ramírez, por donde están los chumbeques KO. En una casa con un segundo piso toqué el timbre como 3 veces, sin respuesta alguna.
Cuando ya me largaba, frustrado, caliente y decidido a caer en las redes de alguna callejera chica fácil, justo... cuando daba la media vuelta, entre una puerta que se dejaba abrir a medias apareció una mulata extraordinaria, que envuelta en un ajustado vestido amarillo, sin sostenes, un colalé púrpura que a leguas animaba a descubrirlo, me detuve.
nos saludamos... le dije ya me estaba yendo, la contemplé sigilosamente y argumenté...me tenís con la media vena-
La morochona sonrió y dejó a entrever una amplia y reluciente dentadura, que en realidad, era lo más feo de su negra humanidad.
-Es que no escuchaba- replicó la diva, tomándome de la mano y señalándome una escalera con el fin de que la acompañara al segundo piso, lugar en el cual mantenía su "nidito de amor".Sin emitir una sílaba más la tomé por detrás y le propines unas suavesitas estokadas por entre su nalgas prominetes,-Tranquilo papito, si ya estas acá- me dijo la mulata con una cara de caliente que más y más hizo erguir mi abasallador miembrorápidamente, le pedí que se sacara el vestido para contemplarla tal cual Dios la trajo al mundo. La negra estaba hermosa, con un culo soñado y unas ricas tetas, de un tamaño apetitoso, justo para mi juguetona lengua.
Estuve por más de 10 minutos puro punteándomela y acariciándola, hasta que me acosté en la cama, ella tomó mi berga comenzandola a lamer. Con voz de caribeña, comenzó a invitarme a gozar más y más (todo esto no a fierro pelado), mientras yo le seguía acariciando sus tetas. Estaba tan caliente que la di media vuelta y comencé a extraer su néctar, que, graciosamente, tenía un maravilloso aroma.
Tras un buen rato y con ella entrada en mi mismo juego de placer desenfrenado, se me sube encima y empieza a moverse como la mejor perra callejera. -Sigue papito, estas rico- me repitió por montones, mientras yo intentaba e intentaba meterle el dedo por el culo, siempre con un NO por respuesta, aduciendo que "ya te tocará por ahí papá".
Particularmente me gusta hacerlo a lo perro, y eso se lo hice saber a esta negra que, realmente, no recuerdo su nombre. Un culo de gran dimensión tomó forma cuando ella se colocó al "dog style". Primero fue su zorrita la que penetré, pero luego le cobré su palabra..."ahora me toca por tu culito", le dije, recibiendo un sí por respuesta pero con la condición de colocarme doble condón. Cuando se lo metí,la mujer gemía más y más, lo que me exitaba aún más. Estuve cerca de 20 minutos dándole por el chico...sin duda un placer de dioses. Finalmente, mientras acababa lanzó un par de gritos como de rata en celo, estrechando mis oidos con un "conchitumariiii conchitumaiii", ya más relajados nos fuimos a duchar...ahí me lo chupo sin protección cuando estabamos en la ducha. Eso sí, no me dejó acabar en su negra cara

sábado, 25 de septiembre de 2010

After Shave



La he convencido de que sigamos. Se hace rogar más de la cuenta. La comprendo. La califica como otra de mis costumbres extrañas, además que hay cierto desgaste propio de una relación que va hacia el año. Por esto me limitó dos veces a la semana, quizás después sea una vez. Es un placer más bien mío quizás sea otra razón para poner freno. Todo se redondea en un favor muy especial. También puede entenderse como un acto de amor. Un gran acto de amor. No sé cuando terminará lo nuestro. Por mi que fuera toda la vida. Entiendo que por edad tengo los días contados. Tenemos 20 años y un poco más de diferencia. No salimos mucho a la calle. Me ha dicho que teme que nos vean. La entiendo. Siempre la he entendido y complacido.
Después que la conocí en una taberna, asumí que fuese como fuese debía estar con ella. El proceso fue lento. Demoré alrededor de dos años. Mis consejos de qué debía hacer una vez que saliera de la universidad, derivaron con el tiempo en caricias. Cuando me habló de sus problemas familiares –la había marcado la reciente separación de sus padres por una infidelidad de su madre, y en consecuencia, ella estaba viviendo con su padre- entendí que podía ir más allá. Según mi experiencia entendí que si ella me entregó un tema personal tan complejo, extendió -quizás involuntariamente- nuestra relación. A través de esa puerta abierta, yo podría preguntarle siempre: cómo estaba, cómo se sentía, si estaba triste, si necesitan desahogarse. Y así lo hice. Ganó en confianza hacia mi, y de paso también me transformé, de a poco eso sí, en una suerte de catador de sus parejas ocasionales. Le recomendé algunos. En un momento anduvo con tres tipos a la vez. Me dolió que fuera de esa manera, pero son cosas de su edad. Ella andaba buscando sin encontrar. Lo bueno que le gustaban los chicos medios bohemios, tatuados, que buscaban relaciones ocasionales. Algunos eran poetas y otros modelos. Chicos gárgolas.
Camila era de esas chicas delgadas, de dedos y nariz larga, algo pecosa, de un metro 70 y de ojos claros, verdes intensos, y pelo oscuro. Se vestía como una chica punk –ahora ha cambiado pues le he comprado ropa de mejor calidad- y mantiene unos tatuajes en zonas específicas de su cuerpo. El que le queda mejor, sin duda, es el de unos murciélagos dibujados al costado de sus senos.
Es preciosa. Una muñeca. Lo que siempre quise. Su olor es exquisito. La prefiero sudada después del gimnasio. Me encanta que mis manos se resbalen por su cuerpo húmedo. Yo vengo de una separación de la que ni siquiera vale la pena hablar.
Reconozco que la idea fue desde el primer momento que la vi. Había cumplido casi todo en el sexo, menos la lluvia dorada.
Un tiempo me hice adicto a la pornografía con lluvia dorada. Me excita que una mujer hermosa te orine. Mientras más joven, mejor. Una chica de 18 años como límite. No hay nada más exquisito que sentir el flujo caliente caer sobre tu cuerpo desde una vulva rosada, después uno queda en blanco como un orgasmo y dan más energías para seguir. Es exquisito hacerlo con la mujer que tú deseas y amas. A Camila le pareció la rara la posibilidad pero entre medio del sexo -ya sé ponerla caliente a diferencia de esos pendejos gárgolas porque le dedico tiempo a todos sus recovecos- aceptó.
Pusimos un nylon que teníamos para la lluvia, sobre el suelo. Y lo hizo. Fue el mejor orgasmo que he tenido en mi vida, pero vino lo mejor. Repitió la lluvia con mi pene metido en su ano. Fue espectacular.
Como puede suponer, me hice adicto.
En el sexo siempre hay una evolución y esto derivó cosas que se pueden considerar como bizarras, pero lo insisto, el amor siempre cubre las marcas.
No había nada más hermosa que bañarse con ella, y jabonarla. Todas las mañanas lo hacía. Yo me iba al trabajo y ella, a la universidad. Un día, en la ducha, después de afeitarme le comencé a chupar su conchita, y ella, para complacerme, sólo para complacerme, soltó el orín. Exquisito como siempre, pero esta vez la cara me ardió. Como que la piel se contrajo. No sé, pero el resultado fue algo nuevo por descubrir. De ahí en adelante comencé con otra adicción. Puede concluir que soy poliadicto al sexo, pero en realidad el cuerpo entrega demasiadas posibilidades para experimentar.
Día por medio, después de afeitarme me tiraba su orín directo a mi rostro. No soy dermatólogo, pero sentí que la piel me mejoró. En el fondo Camila me ha rejuvenecido. También me hago mis arreglos. Me tiño el pelo y esas cosas.
Me iba al trabajo pasado a su olor. Hueles bien, me decían mis compañeros. Sentía su orín todo el día. Era el mejor perfume, hasta que ella comenzó a racionarme. Creo que le contó lo nuestro a alguna de sus amigas punk. Sus amigas me odian. Le dije, en todo caso, que podría darles algunos regalos a sus amigas como perfumes y joyas Swatch para que me dejen de odiar. La propuesta está lanzada.