sábado, 31 de julio de 2010

el mejor anal de 2010

Este resumen no está disponible. Haz clic en este enlace para ver la entrada.

sábado, 24 de julio de 2010

Sexo con el diablo


Grosor festivo, mundano y fritangoso. Grosor de pueblo encerrado, sobrepoblado y mosqueado. Grosor nauseabundo. No era música, sino ruido. Ruido insoportable. Ruido de matralleta. Machaqueo monótono. Lo otro era el tufo a sobaco y aromas de carnes apretujadas y friccionadas. El frío era el corolario. El sol era un decorado. Fui a la fiesta religiosa de La Tirana, porque me pagarían 50 mil pesos por cada foto que publicara la revista. Es un magazine snob de esos con moda y gastronomía de Gastón Acurio. Con tres fotos publicadas eran 150 mil pesos, cantidad suficiente para recuperar lo invertido en el viaje de Santiago a Iquique. Lo ideal es que me publicaran 10 fotos. Por ese tuve que mamarme toda esa porquería claustrofóbica y colorinche, pero con final feliz por suerte y me arrepiento de nada.
Iba prejuiciada. Los dos viajes anteriores no fueron gratos. Fueron a finales de los años 90, cuando yo empezaba en la fotografía. Esa vez me jodí de frío y para colmo me robaron, además de toquetearme varias veces en el apretujamiento. En esos años hacía calor en el día, por eso andaba con una camiseta. Mala idea lo de la camiseta. Me pellizcaron mis pechugas de limón no se cuantas veces. Dije que no iba a volver, pero la oferta fue generosa y creo que esta vez no la pasé del todo mal, insisto, nunca pensé que podía aguantar un pene tan hermoso, tan digamos, grande y profundo en mis comisuras húmedas. Me pongo nerviosa cuando pienso en esa cosa. Usted puede imaginar mi sonrisa. La pasé bien. Tengo un dossier de fotos íntimas. Fotos que valen mucho para mí, y para él. Las fotos de un diablo tiraneño follando.

Fue amable. De ahí partió todo. Dejó de bailar para recorgerme un bolsito. Tirité completa cuando me lo pasó. Sólo vi la máscara y unos ojos hermosos detrás. Ojos ovalados y de color verde. Sus manos eran grandes, fuertes y morenas. Su piel era morena según comprobé unas horas más tarde y sabía a polvora. Lo lamí completo hasta su tobillos duros, y él hizo lo mismo. Lo nuestro parecía un verano en medio del frío, del peor invierno que tuvo La Tirana. Tuvimos dos días en lo mismo. Después lo acompañé a pedirle perdón a la chinita, la Virgen de los favores, por no haberle cumplido plenamente la manda. Culpa mía.

Después que me pasó el bolso, me quedé unos minutos observándolo, prendida, y seguí buscando otra diablada en la explanada del santuario. Eran más de las 18 horas y decidí beber un café. Cuando iba hacia un local medio asumagado, sentí su brazo sobre mi hombro. Me dijo, sin sacarse la máscara, que podríamos hacer buenas fotos juntos. Luego se presentó. Lorenzo Alvarez Titichoca. Repito ese nombre 10 veces como oración a la virgen. Estuve con el una semana en Iquique, enamorada. Conocí a toda su familia, todos de la Diablada Hijos de María, en una calle con puras casas viejas y de madera. Nunca me gustó tanto La Tirana.

Estuvimos dos horas haciendo fotos en el pueblo. Le hice muchas a él, y también me contactó bandas de bronces. La sombras de las bandas de bronces en las paredes de calamina de las casas se ven espectaculares. Le dije que no se sacara la máscara y que mantuviera el misterio hasta al final. Entendió el mensaje y sin que yo me diera cuenta, arrendó una habitación a varias cuadras del santuario, por un sector que no conocía. No era la mejor habitación del mundo y en otra ocasión ni por un millón me hubiera metido en esas sábanas sebosas, pero en ese momento estaba extasiada. Le desnudé el torso y besé esa carne dura y morena. Le mordí sus pechos. Parecía de 20 años. Sentí que le gustaban mis mordeduras. Lo tomé de la cintura y le lamí el vientre y el ombligo. No aguantó. El se bajó los pantalones y me puso su pene en mi boca. Sabía a pimienta y humedad. Todo era perfecto en ese instante. Lo chupé con fuerza desde el tallo hasta la punta, hasta que sentí la lava rebalsando por mis labios. Rió tímidamente. Le acaricié su cuerpo y esperé un para de minutos para que por fin el diablo me penetrara.

jueves, 8 de julio de 2010

La bolsa


En dos semanas llené parte de la bolsa. Era una bolsa de plástico o nylon normal. Allí venía una camisa.
Fue lo primero que encontré. Después que la ocupé por segunda vez, elaboré el posible plan. Una bombita de semén. Bajo mi balcón, piso 15 de un edificio, está el patio de un instituto. Antes había comprado unos binoculares. Las chicas de Relaciones Públicas eran exquisitas. Seguí a tres por lo binoculares. Me topé con dos en el negocio de abajo. Le compré un cigarro a una. No quiso fumar conmigo, pero me dejó una sonrisa que me abrió la imaginación.
La tercera bombeada en la bolsa fue para ella. Se llama Karina, según el tipo del negocio. También me dijo que le calentaba y que esperara octubre, cuando venía con falditas. Por ser rica, algunas veces él le regalaba cigarros.
La cuarta también para ella. Después puse la bolsa en el refrigerador, para conservar mi herencia.
La segunda se llama Irma, es más baja que Karina, pero más tetona. Es rica. Su cara hace todo. Tiene un rostro que genera la necesidad de lamerla. Me la comería entera. Su ano, su clítoris y sus jugos vaginales. Sus pliegues en la guatita. Rica. La quinta y la sexta fueron para ella.
A la tercera no le conozco el nombre, ni tampoco va a comprar demasiado. Solo la sigo por binocular. Ella ha sido la única que notó que la observaban. Se asustó cuando me sorprendió. La entiendo, estaba con medio pene afuera del balcón. Pensé que llamarían a la policía y me acusarían de sátiro o algo así. No lo hizo. Al parecer le gustó mi pene.
Después de pensar en la sensación de que ella me comiera el semén, hice la séptima y octava, además de dos yapa por una porno de Alexis Amore.
Mezcle el semen con agua y lancé la bolsa sobre Karina, que en ese momento salía de la sala.
Detrás de la pared sólo sentí el grito. Después nada. Pensé en su cara de felicidad. La próxima semana será el tuno de Irma y así sucesivamente.