domingo, 14 de junio de 2009

El artista


Una puta debe ser reservada con sus clientes. Es una ley tácita, algo. Iquique es una ciudad pequeña por esto varias veces me encontré con alguno de ellos en los bancos. Ahorro, pero aquello es otro tema. Si hablamos de porcentaje el 95% de aquellos clientes ni siquiera me saludó. Tipos casados, de doble vida. Lo entiendo pues la mayoría de las veces llegan casi borrachos, en el punto que ni se les para. Guevones. Hay casos patéticos como el artista que se quedó dormido.
El 5% de los clientes sí me saluda o saludó, algunos de manera bastante cariñosa. Uno me invitó a tomar café. Otro, un conocido futbolista de la selección que fue a Francia 98, me quiso llevar con todo pagado a un resort en Concón. Nadie me cree cuando la cuento. Nadie cree cuando a una le va bien. Era por un fin de semana nada más. De los famosos, en general los deportistas son los que tiran mejor. Algunos futbolistas son exquisitos. Recuerdo a uno que le decían "El Galleta". Venía a la Zofri habitualmente. Le gustaban los perfumes. Decía que vivía en Antofagasta.
Recuerdo que cuando llegaba la caravana de la Teletón todas las putas nos alegrábamos. Con ésta llegó el artista que se quedó dormido. Era una fiesta. Siempre caía alguno. Hasta los maricas se ponían felices con los chicos de "Rojo". Era impresionante como caían por estos lados los artistas solidarios. Nos cantaban: un golpe de suerte eeee, tamaña gueaa aaaaa.
No soy la gran mina, así espectacular como la Andrea Dellacasa –a la que conocí cuando recorría Chile en el Team Cristal. Linda ella-, pero valgo lo que cobro en este mercado. Dicen que tengo un aire a la Dellacasa. Supongo que por el rostro y las tetas. Son piropos demasiado generosos, más ahora que bordeo los 26 años. A los 18 era distinto. Estaba dura. Partí cobrando 40 lucas, ahora voy en 25 lucas. Terminaré en 10 lucas, como terminan todas con más de 30 años. A las chilenas nos cuesta mantener el cuerpo duro, para esto es necesario hacer algo de ejercicio. Yo por las tardes me voy caminando desde el departamento –vivo en La Tirana con calle 5- hasta donde trabajo en la Península Cavancha. No como tanto además. Me cuido. Hay que estar a tono por la competencia de las argentinas, paraguayas y las negras. He visto negras de 35 años o más, que tiene el cuerpo de mina de 18 años.
El golpe de suerte sucedió después de un show en las afueras del Teatro Municipal en el marco de la caravana de la Teletón. Fue como hace cinco o cuatro años. No soy muy buena con el tiempo. Esa noche con una compañera, Mariana, una negra de Brasil que hablaba como argentina y que tenía un culo maravilloso, nos tomábamos unos tragos en la barra del casino. Yo empecé trabajando afuera, en los estacionamientos. Historia larga aquella. En fin, luego estuve un tiempo trabajando adentro. Nos movía un chico que en el día trabajaba en la Radio Paulina. Un locutor. El asunto era simple. Dentro del casino –en las noches iba a locutear- él entregaba unas tarjetas con nuestros servicios a quienes él pensaba que andaba urgido. Los hombres se distinguen entre ellos. Se huelen. Así llegó este conocido artista, cantante con varios años en el cuerpo. Nosotras felices. Había acordado 80 lucas por las dos, o sea 20 lucas fueron a los bolsillos del amigo.
En esto de puta es necesario hacerse la idea de tirar con otra mina. Por último fingir. Esa noche con la negra habíamos decidido fingir más que tirar, si algún gueón quería el plato doble. Era nuestra primera cacha de la noche, así es que andábamos limpias. Además que en Iquique los perfumes están botados. Ningún drama. Primero la lamería yo, y después ella, y así sucesivamente hasta que el gueón acabara.
El cantante ya venía con su copete. Antes de partir nos invitó a dos más. Al final tomamos tres y todos nos fuimos embalados. Nosotras con la plata en el bolsillo. Al verlo, el taxista nos llevó gratis. En el motel nos dieron la mejor pieza con el jacussi más amplio con el fin que cupiéramos los tres. Es triste decirlo, pero tenía sólo el rostro aceptable. Bien afeitado y nada más. Su cuerpo era fofo, medio culón y bastante lampiño. Para que hablar de su pene. La negra me miraba con cara de que aquello no le haría ni cosquilla. Nada. No le llegaría ni a la cuarta parte de su culo. El tipo no se dio cuenta menos mal. Pidió más copete en la puerta del motel. Nos trajeron esas típicas guevadas adornadas con un paragua. Creo que era Primavera, no sé. Tomaba mientras me chupaba las tetas y después la zorra. Por cada sorbo le daba un beso a la negra. La negra ponía cara de caliente y me agarraba la otra teta. Notaba que al gueón no se le paraba. Pensé que el agua estaba muy caliente. Por esto le dije que abriera la llave del agua fría. Tampoco se le paró. La negra se sacrificó y le hizo un mamón de varios minutos, pero nada. La guea –me dijo después- parecía chicle en la boca.
El cantante sólo quería seguir chupando. Ya en la cama, pidió otro copete y quiso que nosotras bailáramos y nos besáramos. Lo hicimos. Igual hacía frío. La negra le ponía más color. Le ponía samba y el tonto como era cantante tatareaba unas gueaas tipo bossa. Así estábamos hasta que el gueón comenzó a roncar. Nosotras nos arreglamos y nos fuimos. Parece que la negra lo partió con más lucas. Nunca me dijo.

domingo, 7 de junio de 2009

La gran Kung-Fu


Hace dos años. Debe haber sido el 2007, verano. Aquí en Iquique, conocí a un boliviano, de Santa Cruz de la Sierra. Nada de rasgos indígenas, y no tengo nada contra los indígenas así es que no me califique de racista, y es que no me gustan de aspecto. Aunque en esta profesión hay que hacerle a todo nomás. Chao los prejuicios. Chao los olores. Sólo importa la plata. El metal. El chico se llamaba Sebastian, de torso fuerte y un miembro normal -16 cm-. Lo mejor es que, a pesar de su edad –no superaba los 23 años o menos- sabía controlar la eyaculación. Me dejó loca. Nos acostamos varias veces en las dos semanas que estuvo en Iquique. Al principio me pagó. Después le hice rebaja y así sucesivamente. Consumía bastante cocaína. A lo mejor tenía que ver con algún narco. No lo sé. Ni me interesa.
Recordé a Sebastian por la muerte de Kung-Fu. Pobre chinito Carradine. No sé lo que le pasó, pero al final murió en su ley. Degenerado el tonto. Había hecho bastantes rarezas en este oficio de puta. La más normal es que algún resuelto te pida que le metas el dedo en el culo. Me ha sucedido varias veces. Acá en Iquique son varios los que buscan aquella práctica. Les da miedo contarle a sus mujeres. Reprimidos. Claro, prefiero perforar los culos jóvenes. Previo preservativo en el dedo. Después harto jabón. En fin, Sebastian me lo pidió a la tercera vez. Yo le había dado mi culo a la segunda. Lo tenía normal así que no me dolió. La experiencia me dice que a los que les gusta tirar por el culo, también les gusta que le metan el dedo en el culo. Sebastian a pesar de su corta edad, era un experto en la cama.
Como en la quinta vez que nos juntamos me habló de asfixiarse, o estrangularse al momento del orgasmo. Es lo mejor que te puede pasar, me dijo. Hazlo tú, le dije. Jalamos. Bebimos cervezas y nos chupamos. Así, se amarró la cuerda de sus botines al cuello, mientras yo se lo chupaba como loca. Me excitaba todo eso. La sensación de experimentar su cuerpo joven, su respiración media entrecortada, su cuello, la cuerda, su pico caliente en mi boca. De reojo le miraba la cara, y adoptaba un tono rojizo en especial en su garganta. Yo seguía chupándole, y claro, sentía como su verga se agigantaba en mi boca y Sebastian, de paso, comenzaba a temblar, entero. Fue ahí cuando su pene hinchado soltó el semen y Sebastián cayó al suelo, mareado. El segundo orgasmo fue con mi dedo metido en su culo. Quizás en qué andará ahora.